Camino sobre la arena hipnotizado por el mar, cada golpe de olas me recuerda tu sonrisa, la brisa, suave y cálida, trae de vuelta a mi cara la frescura de tu mirada, la suavidad de la arena me hace pensar de nuevo en tu piel. Camino por la playa sin saber si reír o llorar, sigo pensando una y otra vez más en lo que ya no será.
El sol comienza su marcha esta mañana, justo cuando se agotan mis ganas de continuarla. Él se acompaña de nubes, inmensas y grises; ellas, se mueven junto al viento, quién al mismo tiempo hace al agua del mar movimiento. Y yo, solo, camino sobre la arena en compañía de todo los demás.
Sé que lloverá. Regreso a casa casi a punto de llorar: me haces falta y no lo puedo evitar. Me encierro de nuevo dentro de estas paredes, caigo en mi cama cuando la primera lágrima empieza a rodar ¿Por qué creí que te podía amar? Veo tu foto y de nuevo soy feliz, la llevo a mi pecho y comienzo a reír, recuerdo tu sonrisa, tu mirada y hasta tu voz, ¿Acaso estas aquí?
Regresan a mí aquellos bellos momentos en que no dejamos de reír y de pronto siento de nuevo que quiero morir. No puedo olvidar cuando me perdía en tus brazos, tu cariño demostrado de esa forma era lo más fascinante para mí, creabas seguridad y yo también te daba lo mismo a ti. Afuera empieza a llover, las gotas de agua golpean los cristales de la ventana y yo deseo no pensar en nada.
Me acerco a la ventana y miro hacia afuera, el agua cae de tal forma que impresiona: de nuevo te recuerdo, cuando jugabas en la lluvia y te divertías ¡Ya no puedo más! Mi rostro se apoya en el cristal y mis lágrimas y la lluvia parecen ser solo una. ¿Acaso es todo esto lo que tenía que pasar?
Recuerdo cuando visitábamos este lugar, salíamos a pasear en el bote, o nos sentábamos en el muelle a disfrutar del mar. Hoy que lo hice de nuevo, sin ti, aun veía el azul de tus ojos reflejados en el mar, ¡Jamás vi un azul tan brillante! Al alejarme, al regresar a la casa, creí escuchar tu voz alejándose en el horizonte, perdiéndose en las sombras de la noche que terminaba.
Mi corazón, partido en dos, ahora sabe que el verdadero amor existe solo en los cuentos de hadas. Ese amor que nace de la nada, por el que se lucha, con el que se gana. Ese amor que se jura, se recuerda, te acompaña y nunca se acaba. Lo que vivimos parecía ser sacado de un libro de esos en los que el amor es obra de un hada encantada; nos conocimos como si todo hubiese sido arreglado para ello, y en poco tiempo creímos que no nos separaría nada.
Simplemente un sueño y nada más. No puedo imaginar que haya sido otra cosa; todo fue perfecto, demasiada tranquilidad, demasiada felicidad, un poco de todo aquello que para los demás es poco, o nada. Cada vez que mi corazón se sentía partir a la mitad, te retractabas y me consolabas; pero esta vez fue algo mas, llegaste demasiado lejos y no podremos regresar el tiempo. ¿Había en ese sueño alguna garantía de vivir por siempre?
El coraje de ambos se volvió uno solo para los dos, ese error era perdonable, pero sabíamos lo que pasaría por perdonar. El coraje de ver perdido todo lo hermoso que habíamos vivido nos enfado demasiado, un engaño tuyo y todo se había perdido. Subiste al auto y emprendiste tu última marcha. Jamás volverás y ya nada será igual.
Sigue lloviendo y mi primer lágrima no termina de rodar, aun esta en mi mejilla y la lluvia poco a poco empieza a arreciar. Nunca antes alguien me había tocado como tu, nadie me había besado de la misma forma ni me había hecho cambiar de opinión, nadie antes realmente me había amado. Siento algo extraño al ver llover, un aire de tristeza acompaña a cada gota, y ese extraño sonido al caer y golpear la arena ¿Será que he contagiado mi tristeza al cielo?
Prometí, alguna vez, que a donde fueras te seguiría, y que cada vez que el dolor, la tristeza o el coraje te invadieran, estaría siempre a tu lado. He fallado. Ahora no puedo seguirte, pues faltaría a una promesa primera: Cuidar mi vida por sobre todas las cosas. Aunque sin ti mi vida este a medias debo seguir, debo seguir, sintiéndome culpable por dejarte ir, amargando mi existencia sin poder huir; esperare mi final cuando tenga que llegar.
La lluvia aun es mas extraña, gotas pequeñas de agua cayendo a gran velocidad azotando en la arena emitiendo sonidos de tristeza. Golpeando el cristal, acompañando mi agonía: la lluvia, mis lágrimas y tu fotografía. Me siento tan culpable, si estuvieras aquí, en mi lugar, sé que te sentirías igual.
Abro la ventana y camino hacia el balcón. Ahora lagrimas y lluvia se funden, y me doy cuenta de la diferencia de este aguacero al de cualquier otro: la tristeza en cada gota es real, el agua es cálida como lagrima, el sonido al golpear la arena es como el sonido del llanto, y el viento... el viento semeja tu aliento diciéndome: “te quiero”, “te extraño”, “te amo”...
Lloro de tristeza, de dolor, de culpa, de amor, de felicidad. Me siento triste como esta lluvia extraña, me duele la piel pues me haces falta, tu amor aun acaricia mi alma, y todo eso me hace feliz. Soñar siempre es muy fácil, especialmente si se trata de amor, soñando dos y siendo uno, lo pequeño e insignificante puede llegar a ser grande, tal y como siempre lo soñamos todo. Un beso, un paseo junto al mar, o simplemente mirarnos mutuamente eran grandes sucesos, y todos los recuerdo hoy. El cielo nos unió de la nada, y de la misma forma te llevo; yo me siento culpable y lloro, pero el cielo se siente culpable y llora también...
El sol comienza su marcha esta mañana, justo cuando se agotan mis ganas de continuarla. Él se acompaña de nubes, inmensas y grises; ellas, se mueven junto al viento, quién al mismo tiempo hace al agua del mar movimiento. Y yo, solo, camino sobre la arena en compañía de todo los demás.
Sé que lloverá. Regreso a casa casi a punto de llorar: me haces falta y no lo puedo evitar. Me encierro de nuevo dentro de estas paredes, caigo en mi cama cuando la primera lágrima empieza a rodar ¿Por qué creí que te podía amar? Veo tu foto y de nuevo soy feliz, la llevo a mi pecho y comienzo a reír, recuerdo tu sonrisa, tu mirada y hasta tu voz, ¿Acaso estas aquí?
Recuerdo cuando visitábamos este lugar, salíamos a pasear en el bote, o nos sentábamos en el muelle a disfrutar del mar. Hoy que lo hice de nuevo, sin ti, aun veía el azul de tus ojos reflejados en el mar, ¡Jamás vi un azul tan brillante! Al alejarme, al regresar a la casa, creí escuchar tu voz alejándose en el horizonte, perdiéndose en las sombras de la noche que terminaba.
Lloro de tristeza, de dolor, de culpa, de amor, de felicidad. Me siento triste como esta lluvia extraña, me duele la piel pues me haces falta, tu amor aun acaricia mi alma, y todo eso me hace feliz. Soñar siempre es muy fácil, especialmente si se trata de amor, soñando dos y siendo uno, lo pequeño e insignificante puede llegar a ser grande, tal y como siempre lo soñamos todo. Un beso, un paseo junto al mar, o simplemente mirarnos mutuamente eran grandes sucesos, y todos los recuerdo hoy. El cielo nos unió de la nada, y de la misma forma te llevo; yo me siento culpable y lloro, pero el cielo se siente culpable y llora también...
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